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Y la respuesta estaba al frente. Eso me señala Alina.

Hermann Balan, el amigo que descubrió la relación de Emil y Xaver en el instituto. Hermann Balan, el culpable de que Herr Muler mandara a su hijo a Munich para apartarlo para siempre de Xaver. Hermann acabado de subir posiciones políticas en la ciudad para los años veinte, tiene la misión de construir un memorial para los caídos de la guerra.

Decidido a enmendar su error pasado, busca por cielo y tierra el cuerpo de Xaver, hasta dar con él y traerlo de vuelta a Sighisoara.

El Día Nacional de Rumanía, un 1 de diciembre, Hermann revela el memorial y para sorpresa de los presentes, Xaver y Emil aparecen compartiendo su tumba.

Uno al lado del otro.

No sobra aclarar que el padre de Emil entra en cólera, no sin antes ser aplacado de un puñetazo por el mismo Hermann. Herr Muler no pudo enterrar a su hijo donde quiso, pero intentó sepultar su recuerdo ante el mundo.

Dorotea queda impactada por la revelación.

Yo también.

Pero el misterio estaba aclarado.